Claramente podía aniquilar de este, mi espacio,
Las conjeturas ajenas tan inexactas de tu estadío,
Ese estadío tan eterno, palpable y apacible
Que se hace remembranza en cada una de expiraciones.
De ese significado tan distorsionado en mi sentir
Aborrezco la impertinencia de sus aseveraciones,
Sería aceptar que en vano me estremezco
Con sólo pensar que corrés en mis venas…
Esa, tu sangre, que impugna cualquier concepto.
Y preservo elementalmente manojos de instantes,
Tu perfume inamovible vencedor en cada uno de mis días,
Tu voz que día a día me alienta,
Esos, tus ojos, los únicos en este mundo que puedo ver con los míos cerrados;
Y el afán inagotable de tu abrazo dichoso…
Por qué cómo le explico a otra existencia que no sea la mía
Que estoy en mis cabales…
Que este ciclo tuyo en mí es no perecedero,
Que estas lágrimas están saborizadas por tus enseñanzas perennes,
Y que en mí sos presencia arraigada
Porque vivís en mi camino en forma inapelable
Y que el significado de ausencia se diluyó con tu partida.
Las conjeturas ajenas tan inexactas de tu estadío,
Ese estadío tan eterno, palpable y apacible
Que se hace remembranza en cada una de expiraciones.
De ese significado tan distorsionado en mi sentir
Aborrezco la impertinencia de sus aseveraciones,
Sería aceptar que en vano me estremezco
Con sólo pensar que corrés en mis venas…
Esa, tu sangre, que impugna cualquier concepto.
Y preservo elementalmente manojos de instantes,
Tu perfume inamovible vencedor en cada uno de mis días,
Tu voz que día a día me alienta,
Esos, tus ojos, los únicos en este mundo que puedo ver con los míos cerrados;
Y el afán inagotable de tu abrazo dichoso…
Por qué cómo le explico a otra existencia que no sea la mía
Que estoy en mis cabales…
Que este ciclo tuyo en mí es no perecedero,
Que estas lágrimas están saborizadas por tus enseñanzas perennes,
Y que en mí sos presencia arraigada
Porque vivís en mi camino en forma inapelable
Y que el significado de ausencia se diluyó con tu partida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario